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<<Isaias Arrayás Morales. Morfología histórica del territorio de Tarraco (ss. III-I a.C.). Col.lecció Instrumenta nº 19. Universitat de Barcelona. Barcelona, 2005. 303 pp.>>
Ruiz López I.D. ( 2006 )
Florentia Iliberritana. Revista de Estudios de Antigüedad Clásica 17
El libro que aquí presento es fruto de la tesis de Dr. Isaías Arrayás Morales, en donde el objetivo principal es el estudio de la morfología histórica del territorium de la antigua ciuitas de Tarraco durante el período tardo-republicano, a través de un análisis arqueomorfológico de la amplia llanura agrícola del Camp de Tarragona, teniendo en cuenta la importancia capital de Tarraco (urbs), desde un punto de vista estratégico, militar, político y administrativo, en la historia del noroeste peninsular. La estructura en la cual esta divido este libro consta fundamentalmente de tres grandes partes, precedidas de un prólogo y una introducción, y terminando con unas conclusiones, una bibliografía y unos índices. Veamos brevemente una descripción de cada una de estas partes: El prólogo corre a cargo de su director de tesis, Alberto Prieto Arciniega, en él comenta como se ha fraguado el trabajo que esta presente en este libro, con un primer desarrollo de una tesis muy completa y trabajada, que luego tras un periodo de estancia postdoctoral en el que el autor adquiere una gran formación investigadora, le va hacer reelaborar la información de la tesis, y darle una mayor reflexión crítica al material que ya tenía, y así lograr extraer una parte mucho más profunda, que es el presente trabajo, por lo cual su director le felicita. Acto seguido tenemos la introducción, donde el autor nos va a presentar la metodología que va a utilizar durante el trabajo, en este apartado se nos comenzaran estableciendo los objetivos que tiene el trabajo, como estudio de la morfología histórica del territorium más próximo a la urbs de Tarraco (no olvidar que la ciuitas (Tarraco) se compone de territorium (posiblemente el territorio se correspondiese con la región Cesetana) y Urbs (que sería el asentamiento romano-indígena, que más adelante veremos su evolución). Este territorio más próximo será el denominado Camp de Tarragona, una llanura litoral, delimitada por el arco de montañas de la cordillera prelitoral catalana, y que el autor la elige para el estudio, pues aunque no sea todo el territorio, si es una parte bien delimitada, y suficientemente grande como para realizar el estudio. Esta parte introductoria continua exponiendo las fuentes que el autor va a utilizar para el estudio, que básicamente va a ser la arqueología, aunque también utilizara para no perder de vista el marco de referencia histórico las fuentes literarias, la numismática y la epigrafía (estas tres últimas son escasas, mal conservadas y de complicada valoración, aunque en muchos casos aportan información muy importante y de primera mano). Por lo que respecta a la información arqueológica, decir, que en la mayoría de los casos proviene de prospecciones y excavaciones arqueológicas, y esta información a su vez debe ser interpretada, ya que sino perdería su razón de ser, por muy sistemática que haya sido su recogida. Así por tanto tenemos un territorio, El Camp de Tarragona, que experimento una evolución a lo largo del periodo romano-republicano, y que llego a pasar de etapas finales ibéricas, con etapas de transición, hasta completar una evolución en la que veamos estructuras políticas, económicas, sociales y culturales plenamente romanas ya en época de Augusto, con un territorio plenamente integrado. Este proceso, denominado romanización, el autor lo va a estudiar a través de la arqueomorfología, que es la ciencia capaz de analizar la morfología histórica antigua de un territorio, por lo cual conoceremos las transformaciones históricas experimentadas. Así en esta introducción el autor nos explica como a través del estudio de los paisajes fósiles y los catastros antiguos, podemos conocer la antigüedad. Estudiar su entorno, la concepción del espacio, así como distribución y organización impuesta al paisaje, posibilita comprender las formas de explotación y los sistemas de producción vigentes, esto nos permite comprender las bases sociales y económicas. La interrelación entre el paisaje y todos los elementos que actuaban en su interior en un período cronológico específico, permite entender más profundamente las bases que condicionaban la forma de vida y de actuación de una sociedad. Para acabar la introducción decir que al final vienen una serie de agradecimientos El libro continúa con un primer gran apartado títulado “El Camp de Tarragona en el marco del proceso de conquista romana de la Península Ibérica. Los testimonios, epigráficos y Numismáticos.”. En esta parte básicamente lo que hace el autor es un recorrido histórico desde la época del Ibérico Pleno hasta la época de Augusto, utilizando para ello las fuentes literarias, epigráficas y numismáticas. Vemos brevemente este recorrido: La primera vez que se cita Tarraco en las fuentes clásicas, es dentro del conflicto de la Segunda Guerra Púnica, en donde Tarraco por sus condiciones geográficas es elegida por los Escipiones como base militar. A partir de este momento Tarraco será muchas veces citada por autores clásicos (Polibio, Tito Livio, Apiano, etc..), en la mayoría de las veces dentro del contexto de la Guerra Púnica, ya que después durante los ss. II y I a. C., pocas veces más será citada. Tarraco pertenecía a la región Cessetania (como nos comenta Plinio y Estrabón), es más posiblemente fuera su capital. La arqueología ha encontrado en Tarragona un oppidum ibérico de cierta importancia, en donde pronto se estableció una guarnición romana, creando un praesidium, con su puerto y muralla, esto provoco un dualidad toponímica, al existir en una misma centro, una ciudad ibero-romana (Tarraco), pero también la capital del pupulus cesetano (Kese), con este último nombre acuñara sus emisiones hasta que se le otorga el estatuto de colonia, unas emisiones muy variadas y con una gran circulación monetaria, que van a imitar otras cecas de la costa catalana. Así después de la Segunda Guerra Púnica, Tarraco se va a convertir en una ciudad peregrina, sin un estatuto conocido, y aunque conocemos poco de su historia durante los dos próximos siglos, sabemos por ejemplo que fue posiblemente el principal centro político-administrativo de la Citerior, al producirse la división provincial, quizás incluso más que Cartago Nova, muy importante también. También sabemos que Tarraco estuvo siempre al lado de Roma, con el consiguiente aumento de influencia política, siendo centro de operaciones durante las revueltas indígenas que sofoco Catón, o durante las guerras celtibéricas y Lusitanas, y ya durante el s. I a. C., se mantuvo neutral en la guerras civiles, y ayudo a César contra los pompeyanos, algo que le valió el estatuto de colonia tras la batalla de Munda en el 45 a. C., y aún verá crecer más su importancia tras la designación de Capital de la Tarraconensis con Augusto. Además Tarraco también conseguirá ser conventus jurídico. Por lo que se refiere al territorio, Tarraco lo verá incrementado con el paso del tiempo, al igual que la ciudad, que crecerá anexionándose la parte romana y la indígena ya durante el s. II a. C., pues hay que decir que desde el principio en Tarraco hubo una población mixta compuesta de romano-itálicos (en su mayoría gentes de negocios) e indígenas, que poco ha poco va hacer que la segunda se integre dentro de las estructuras políticas, económicas, sociales y culturales de Roma, precisamente por ser esta romanización tan inmediata en Tarraco, desde muy pronto se integra en la órbita romana, la culminación de este proceso es la concesión del estatuto de colonia y la capitalidad de la provincia. La segunda gran parte, titulada “El territorio de Tarraco. Las fuentes arqueológicas”, como ya he dicho anteriormente es la base sobre la que se asienta el estudio. En este apartado el autor va a realizar el análisis de las fuentes arqueológicas, para ello lo primero que hace es delimitarnos la región Cessetania y el ager Tarraconensis. Después se centra en el estudio de la evolución del poblamiento del Camp de Tarragona, desde los inicios de la ocupación romana hasta la época de Augusto, y para ello establece cinco grandes etapas (para su datación utiliza en gran medida la cerámica): 1/ Ibérico Pleno (ss. IV-III a. C.) (con cerámicas áticas y proto-campanienses). 2/ Finales del III a. C. y primera mitad del II a. C. (con cerámica campaniense A), 3/ segunda mitad del II a. C. (con cerámica Campaninese variante de la A, algo de la B y ánforas Dressel 1A), 4/ primera mitad del s. I a. C. (perdurán algunas cerámicas A tardías, y abundantes las cerámicas campanienses B) y 5/ segunda mitad del s. II a. C. y la época de Augusto (con abundancia ya de terra sigillata y ánforas de producción local). De estas fases, destaca la tercera, en la que el autor percibe un notable cambio de hábitat, que explica por la creación de un catastro, destinado a reasentar a la población de una forma más acorde con los intereses romanos. Este reasentamiento se incrementará durante la fase siguiente y, sólo a finales del siglo I a. C., se puede decir que se implanta el sistema de la típica villa. Al final de este capítulo el autor presenta un inventario de los yacimientos constatados en el Camp de Tarragona entre el Ibérico Pleno y el período imperial. Continuamos en la tercer capítulo el autor nos presenta su estudio arqueomorfólogico del territorio, a través del análisis de las huellas que dejo la realización por parte de los romanos de un catastro para la asignación de tierras a los ciudadanos. Estas huellas serán fundamentalmente los límites parcelarios, la red de caminos, los lugares de culto y enterramientos, además de las perduraciones toponímicas. Así durante capítulo el autor nos propondrá una definición de catastro, las características, y acto seguido nos aclara algunos conceptos para la configuración del catastro romano, y luego pasa a describir lo que él denomina orientación A. Tras el problema de decir que un catastro es una limitatio o centuriato, y no entender que puede haber catastración sin centuriación, el autor de dedica a comentar notorias diferencias entre catastro y centuriación. Respecto a la cronología, debemos concluir que habría que dar a la estructura catastral romana una datación de segunda mitad del s. II a.C. Ésta no responde a la propia estructura de la limitatio (es decir, a su módulo, al tipo de red establecida), pues la centuriación de 20 X 20 actus fue la más ampliamente utilizada por Roma, sin una cronología determinada. Se basa, fundamentalmente, en las variaciones constatadas en el patrón de asentamiento, pues la instauración del catastro romano comportó una profunda transformación en las pautas de ocupación del territorio. La posible existencia de otro catastro posterior no se niega, pero en todo caso se justifica como una renormatio o una simple ampliación del primitivo catastro. Por último, la localización de diversos topónimos, susceptibles de revelar elementos del paisaje antiguo, apoyan esta propuesta catastral, aunque prudentemente el autor los sitúa en el justo terreno de las leyes de probabilidades. Para acabar propone unas conclusiones, en las que se repasa brevemente los temas expuestos en todo el libro, concluye la obra con una extensa bibliografía, que en cierta medida muestra el gran trabajo que ha realizado el autor, y una serie de índices que ayudan a la búsqueda de información (índice de fuentes, toponímico, onomástico, materias y autores). Por lo que se refiere a la parte gráfica en este libro no se recoge al final, sino que durante el desarrollo del tema el autor nos ha ido presentado mapas, planos, gráficas y fotografías, que nos han ayudan a una mejor comprensión de lo expuesto. Por último y dentro de del comentario personal que realizó a la obra, destacar la importante formación investigadora que tiene el autor, que se percibe en muchos de los temas tratados. Además este estudio puede facilitar la comprensión global del territorio, al plantear las diversas problemáticas desde una óptica conjunta de funcionamiento histórico-arqueológico de la civitas como unidad territorial. En general me parece que en un tema tan complicado, como es el estudio de un territorio a través de su arqueomorfología, el autor ha conseguido extraer unas conclusiones históricas muy destacables, y que espero que sean muy provechosas para futuras investigaciones, por todo ello no me queda otra cosa que felicitar al autor y a su director de tesis.
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