Villa romana de Catarroja (Valencia)

Prof. Dra. Mª Paz García-Gelabert (Directora)
Universidad de Valencia

Paz.Garcia-Gelabert@uv.es

Julián Talavera (subdirector)
jtpelegrina@airtel.net


A poco menos de 8 Km., al sur de Valencia se halla la población de Catarroja, (http://www.infoville.net/) perteneciente a La Huerrta Sur. Inmediatamente al oeste de Catarroja, se sitúa un yacimiento arqueológico consistente en una villa rustica romana, cuya fase alto imperial temprana está determinada. La villa se encuentra muy mediatizada, para la elección del emplazamiento, por el barranco de Torrente y la Albufera. Fue centro de explotación de un fundus, estando enclavado aquél entre las partidas del Secanet y Salt del Llop.

Sus coordenadas geográficas son 39º 25’ 30’’ N., 3º 16’ 10’’ W. hoja 722, 'Valencia', 1:50.000, mapa topográfico del I.G.C.

Las campañas de excavación de urgencia desarrolladas en los años 1996, 1997, 1999, 2000, han sido posibles gracias a la autorización de la Dirección General de Patrimoni Artistic, de la Conselleria de Cultura Educació i Ciencia, Generalitat Valenciana y la financiación del M.I. Ayuntamiento de Catarroja. Su Alcalde-Presidente, Ilmo. Sr. D. Francisco Chirivella, el Regidor de Cultura D. Albert Hernández y el Concejal de Urbanismo, D. Antonio Cubillos han apoyado en firme e incondicionalmente la investigación.

Situación geográfica del yacimiento

La potencia agrométrica del medio queda demostrada por la presencia de dos alfares y un testar con una producción casi exclusiva hacia los envases del vino, sin que por ello falten contenedores de aceite y las formas propias del almacenajes de los salazones.

La proximidad a la Albufera facilita la salida de los productos, vino principalmente, hacia el mar. Posiblemente la villa sería un punto de paso entre la Bética y la Tarraconese, a tenor de la información extraída a través del estudio anfórico.

La proximidad a la Via Augusta, facilita el tráfico terrestre de mercancías. No debe olvidarse que esta es la villa investigada más próxima a Valentia.

Precedentes de la excavación

Los primeros datos sobre el yacimiento fueron publicados por P. L. Llorens y Raga, en su obra La villa de Catarroja, Valencia 1967. Por comunicación oral se conocen datos acerca del hallazgo de vasijas, monedas y restos humanos sobre todo en los ya desaparecidos "Hort de Pepica" y "Hort de Coa".


Pars rustica

Se distingue por materiales de construcción perecederos, de los que aún quedan restos de vigas de madera. Mampostería en seco. Suelos de tierra apisonada, limpia o mezclada con piedras, guijarros y cal. Paredes de adobe. La alineación de los muros de este sector sigue una clara orientación N-S. Dentro de esta zona localizamos gran cantidad de material cerámico de tipo tosco, esto es cerámica de cocina, y sobre todo ánforas Dressel 2-4, en su gran mayoría de producción local.

Un área de este entorno comprende un suelo de cal y piedras, bordeando un horno excavado en la tierra. Se trata de un sector de fundición, señalado por enorme cantidad de escorias de hierro. Señalando de este modo una diversidad de actividades considerables.

En una estancia cercana a las descritas se aisló un almacén con, al menos, cuatro dolia enterrados en el suelo. Los bordes se habían dispersado, formando un derrumbe en derredor, uno de ellos ostentaba inciso la cifra VIII. Asociados a estos recipientes se hallaron vasijas menores también de almacenaje, muy fragmentadas. La abundancia de los recipientes nos hace afirmar que esta habitación se dedicó a almacén de productos agrícolas, o de sus derivados, bien para el consumo diario, bien para el comercio.


Pars urbana

La arquitectura aquí es de piedra con labor tosca o sillares, ligada con mortero de cal. Las techumbres se componen de tegulae y elementos de estanqueidad de los empalmes, los imbrices o cubrejuntas. Algunos pavimentos son de opus reticulatum. Las paredes de las estancias están estucadas. Algunos de los objetos muebles hallados aluden un cierto refinamiento de los domini, aunque poco podría esperarse de los propietarios de una unidad autosuficiente y productora de excedentes de pequeño espectro. Véase, pequeñas cuentas de collar de pasta vítrea, o sobre fragmentos de moluscos de mar (sin identificar), TS aretina, alguna que otra moneda, una de ellas temprana, un dupondio de Augusto (23 a 2 a.C); el asa de bronce de un pequeño recipiente de carácter suntuario/utilitario, tal vez una tacita-, compuesta, de dos bloques, de dos figuras, la superior consiste en un varón ithyphalico, reproducido, como es tradicional hasta la mitad anatómica, describiendo cabeza, tronco y arranque de brazos. El peso máximo se encuentra en el bloque inferior, con una cabeza femenina de considerables proporciones con respecto a la totalidad de la pieza. De gran riqueza en el peinado, como la cabeza masculina, también recoge su cabello con una cinta ceñida a la frente, resaltando los dos potentes volúmenes del pelo a cada lado. En este tipo de asas historiadas de vasijas de metal, que están reflejando un cierto prestigio hay una tendencia a dotarlas con figuras antropomorfas, también zoomorfas, mitológicas, religiosas o imaginadas, que serían adquiridas por alguna afinidad con el ambiente que rodea a los propietarios, en el caso de la asita de Catarroja tal vez como símbolo protector, teniendo en cuenta la carga simbólica de una herma.

Un muro rectilíneo, revestido de barro en el exterior, con restos importantes de mortero hidráulico en la parte inferior y en el suelo, define una estructura impermeable, con un objetivo probable de almacenamiento de agua de lluvia.

En un sondeo ubicado próximo a la cisterna, al oeste, que confirma el sector residencial, se halló un importante derrumbe de restos constructivos de excelente calidad, tales como sillares de tamaño mediano, parte de la cubierta con tegulae e imbrices, algunas enteras, clavos para el entramado.

Mezclados con el derrumbe había vasijas de TSH y africana, estuco y piezas de opus reticulatum. Al suroeste se halla todo un conjunto de muros de 0,50 a 0,65 m. de ancho. Algunos conservan la primera hilada de sillares, otros se encuentran a nivel de cimentación y, en general, muestran la importancia de este sector.


Enterramiento

Los enterramientos se sitúan en la parte sur del conjunto habitacional, desplazados 86.75 metros. Fueron encontradas dos tumbas, separadas entre sí 8.75 metros. La superestructura funeraria de ambas se compone de tegulae a doble vertiente, rematadas por imbrices. La unión entre las tegulae se selló con cal sobre la que se habían colocado imbrices y fragmentos de cerámica. Resultaron, pues, unas superestructuras muy compactas.

De la tumba 1, que poseía una orientación este-oeste, se conservó la mitad de la superestructura. Y salvo ocho clavos de hierro, de cabeza redonda, no contenía nada más. Por tanto se trataba de un enterramiento cenotáfico porque la tumba no fue violada.

La tumba 2, orientada claramente en dirección norte-sur, y situada al sur de la primera, tenía la misma superestructura, aunque intacta. En el interior se halló el esqueleto de un varón robusto, de edad madura (más de 45 años). Yacía decúbito supino con la cabeza, girada ligeramente hacia el oeste, descansando más alta que el resto del cuerpo, colocada sobre un ladrillo, éste de canto. Los brazos aparecían semiflexionados, con las manos juntas sobre la cadera. Los pies tenían los talones muy juntos.

Probablemente para ser enterrado fue envuelto en un sudario recio. La arcilla que lo cubría contenía numerosos nódulos de carbón y cal. Parece que fue depositado sobre un lecho de ramaje, que cedió al descomponerse, envolviendo los restos óseos. Estudiado el cadáver se pudieron apreciar ciertas alteraciones en las vértebras de la zona cervical, que siguen el patrón de deterioro habitual en personas de edad madura en sociedades antiguas, así como caries en los molares, y cabe la posibilidad de que sufriera periodontitis.

La carencia de ajuar, excepto el fragmento de cerámica, que pudo encontrarse fortuitamente en el enterramiento II, impide establecer precisiones cronológicas. Pero la tipología de la superestructura, al sobriedad en cuanto al ajuar, es decir ajuar nulo, el rito de enterramiento (salvo excepciones el rito de inhumación es exclusivo a partir de fines del siglo II e inicios del siglo III), lleva a época bajoimperial.


Alfar

Son dos los hornos de alfar, separados entre sí por una distancia de 93 m. Uno está situado al noreste y otro al suroeste.

El horno noreste, es circular (diámetro 4.80 m.). No está retirado de la pars rustica, lo que es infrecuente por motivos de seguridad.

El horno suroeste, igualmente circular (diámetro 3 m.), tampoco se halla alejado de los sectores habitados. Esto es, trazando una línea recta de 16 m. hacia el sur, y haciéndola articular ortogonalmente con otra hacia el este, obtenemos la distancia de 16.5 m. del horno a un grupo de habitaciones de la pars urbana. La cronología de este horno está atestiguada por una lucerna hallada en su interior, en estatigrafía. Se trata de un tipo que empieza en el norte de Italia hacia el año 50 de la Era, y aunque las imitaciones, principalmente en la zona del Rhin y del Danubio llegan hasta el siglo IV, el ejemplar de Catarroja, por las características de la pasta parece apuntar a una manufactura italiana (estudiada por el prof. J. Sánchez-Lafuente, universidad de León).

Además, hallamos un vertedero de productos cerámicos, situado extramuros de la villa, al noreste, cercano al almacén que contiene los cuatro dolia, cuya extensión aproximada es de 203 m2. Entre los numerosos restos cerámicos recuperados hay un fuerte porcentaje de ánforas Dressel 20 y 2-4.

Este tipo significa más del 90 % del volumen total de la producción anfórica. Se trata de una producción local como lo demuestra el hecho de que buena parte de ellas estén pasadas de cocción.

A partir de todas las formas anfóricas halladas podemos establecer un arco cronológico que estaría representado por las Oberaden 74, como las más tempranas, desde el mandato de Augusto hasta mediados del siglo I, hasta las Dressel 20, hasta la segunda mitad del siglo III.

La creación local de ánforas Dressel 2-4, Dressel 20, y Dressel 7-11, indican que la producción de la villa estaba destinada al aceite, a los salazones y fundamentalmente y sobretodo al vino. De todos ellos, únicamente el último, con total seguridad era exportado.

Historia de la excavación

Porque el yacimiento podía resultar enormemente dañado por los planes urbanísticos determinados por el Ilmo. Ayuntamiento de Catarroja se realizaron ocho campañas de intervención arqueológica mediante pozos y zanjas de sondeo con los siguiente objetivos, que se cumplieron:

- Delimitar el perímetro del yacimiento, como así se hizo.

- Salvar el yacimiento. Efectivamente en la actualidad todas las zonas tratadas han sido cubiertas nuevamente, y el yacimiento ha sido vallado.

 

Proyectos futuros

Se pretende la excavación sistemática, junto con el plan de conservación y puesta en valor de las estructuras extraídas. Asimismo es de gran importancia la recreación del paisaje en el que se ubicó la villa, esto es la inferencia del manto vegetal, dado que este factor repercute de forma directa en los aspectos económicos. Pero sin duda alguna, el proyecto más ambicioso es la creación de un parque arqueológico en el que se realce el valor de las ruinas.

 

Colaboraciones

Son varios los expertos en diferentes temas que colaboran en el estudio de la villa. Tal es el caso del Dr. César Carreras de la Universitat Oberta de Barcelona (http://www.uoc.edu/humfil/) junto con el Dr. Julián Talavera, encargados del estudio del material anfórico. Dra. Cristina Sampedro, responsable del estudio del cuerpo hallado en la zona de enterramientos. Dña. Beatriz Pino, investigación de restos óseos animales. Dña. Mª Dolores Sánchez, encargada del estudio de las lucernas. Los licenciados en Geografía e Historia por la Universidad de Valencia, que se especifican a continuación se encargaron del estudio de los materiales que también se indican: D. José Cuervas, estudio de T.S., D. David Hernández, cerámica común romana; D. Tomás Hurtado, asesorado por el Dr. P.P. Ripollés, material numismático, Dña. Asunción Ramón, material vítreo. Resta por mencionar a los Drs. Luis Sánchez y Julián Talavera en la elaboración del material fotográfico digital.

 

Cronología del asentamiento

La moneda más antigua, es excavación, es un dupondio de Augusto, datado entre el año 23 a.C., al 2 a.C., muy dilatado a causa de su dilatado uso. La más moderna un nummus de Constante, fechado entre el 347-348, en superficie.

No dista mucho este cronología con respecto a la ofrecida por el material anfórico, pues éste oscila entre finales del siglo I a.C., hasta mediados del siglo II. El momento final de la villa podría venir determinado por la presencia de TS. africana de la variedad D, con pervivencias hasta en el siglo VII, pero aún no estamos en condiciones de garantizar una cronología para dicho final.

Momento similar ofrece la seriación por medio de las lucernas, donde destacan las Bailey O grupo V, datadas dentro del último tercio del siglo I d.C., y las Bailey P-I, desde finales del siglo I, a la segunda mitad del siglo II d.C.

 

La zona de producción

Se localiza en el transcurso de las excavaciones de 2007-2008. Salen a la luz los espacios destinados a almacenajes, dos hornos y una balsa de producción. Cabe destacar la proximidad de estas nuevas estructuras con respecto al basurero cerámico localizado en el año 2000, donde aislamos más de una tonelada de material anfórico principalmente. Ubicamos en la zona más meridional del yacimiento un complejo de estructuras que hemos identificado como los almacenes. Estructuras de forma rectangular orientadas en sentido este-oeste. Se aíslan dos estancias, una mayor la más septentrional con unas dimensiones de 4.5 y anchura, y la menor con 3 metros de anchura.


Además de las estructuras debemos destacar la estratigrafía superpuesta, de este modo el segundo de los dos hornos localizados (Horno II) aparece “roto” por un muro de cronología posterior.

La presencia de una balsa en esta zona con buen revocado en sus paredes permite inferir que estamos en la zona de producción de la villa. La posterior colmatación de su interior con cantos rodados bien dispuestos en hileras horizontales indican que esta zona tuvo, al menos dos momentos en la vida del yacimiento. Sólo así puede explicarse el porqué la denominada balsa aparece posteriormente enmarcada por otras estancias rectangulares.

Sin duda alguna la secuencia más espectacular de todo el complejo es el horno I. construcción que cuenta con su boca abovedada orientada al norte. En sentido norte-sur doce robustas pilae de tratamiento tosco y poco alineadas entre sí, circunscriben una estructura de algo más de 5 metros de diámetro, y de una profundidad conservada de alrededor de 3.5 metros.

En el transcurso de su excavación se localizan gran cantidad de restos anfóricos, básicamente Dressel 2-4 y Oberaden 74. En la base del horno hallamos una pieza completa, e intacta indicativo de la última cocción practicada en el horno.

 

Bibliografía

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