LA GÉNESIS DEL MONTE

El Testaccio fue útil, pero históricamente de ningún relieve, hasta que el padre Luigi Bruzza y el científico italo-prusiano Heinrich Dressel, comenzaron a estudiar la colina en una fría mañana del enero de 1872.

Descubrieron que sobre las ánforas que lo componían se habían conservado numerosas inscripciones pintadas, tituli picti, características de los tiestos del Testaccio, porque en otros lugares la acción del tiempo y los elementos atmosféricos los han borrado.

Dressel fue el primero en interpretar las inscripciones y en esbozar las coordenadas temporales de la formación del Monte, suponiendo que se comenzó a formar en época augustea y que se utilizó hasta mediados del s. III d.C.

Sugirió también que la procedencia de las ánforas era la Provincia Bética (Andalucía, España); descubrió que transportaban aceite y describió su forma, agrupando las ánforas según su forma, creando una tabla tipológica.

Tras los hallazgos de Dressel, parecía que no se podía decir nada más sobre el tema, y esto contribuyó al largo sueño de los estudios sobre el Testaccio, hasta que hacia 1968 Emilio Rodríguez Almeida, un epigrafista español transplantado a Italia, retomó la prospección de superficie del Monte Testaccio y propuso la hipótesis de que el Monte era el resultado de una descarga organizada en fases de acumulación sucesivas: desde Augusto hasta el s. III d.C.

Desde 1989 un equipo científico español ha iniciado, por fin, un programa de excavaciones, en colaboración con el Dipartimento di Scienze della Terra de la Universidad La Sapienza de Roma.

Las excavaciones han confirmado que el Monte está compuesto por dos plataformas contiguas con perfil escalonado y han permitido también comprender los modos de organización de las descargas.


El muro de ánforas Dressel 20 aparecido en la excavación del Testaccio.

Primero, se depositaba una fila de ánforas a las cuales se les rompía la parte inferior para rellenarles el interior con los tiestos procedentes de la rotura de otras ánforas; esto se hacía con el fin de hacer la deposición más estable. Detrás de esta fila se realizaba la descarga hasta alcanzar los 60 cm de altura (que coincide con el diámetro de estas ánforas). Obtenido de esta forma un piso se construía otra fila encima, ligeramente retraída y al tresbolillo, y se repetía el procedimiento.

Un reciente estudio estadístico computerizado de los tiestos encontrados por Dressel nos ha permitido demostrar que en el sector nororiental del Monte se realizó otra descarga del s. III d.C.